30 agosto 2010

La hora de la luz

Hoy es fin de mes, se acaba agosto, mi mes preferido. Creo que esta preferencia viene de niña, pues era el mes de las vacaciones, de los juegos, del Sol, de la playa, de las carreras por el jardín, de las manualidades. Y sumado a esto es mi mes de cumpleaños. :)

Este fabuloso mes dio la talla como siempre. Resultó ser un mes bonito, lleno de Sol, lleno de luz y de alegría aquí en Londres. Aunque claro, ya empezamos a sentir el avance hacia el otoño. Cada vez que veía el Sol radiante en el cielo agarraba mis cosas y salía corriendo con la cámara a capturar algún instante, algún destello y normalmente esperaba ese momento de la tarde donde todo parece dorado. ¡Es la hora de la luz! le digo a mi esposo, quien algunas veces va conmigo. Esa hora de la tarde se ha convertido en uno de mis momentos favoritos en el día. Por eso cuando en La Vuelta al Mundo, un espacio de inspiración fotográfica, Jackie Rueda, su moderadora y creadora, dijo que el tema de este mes era el Sol, yo brinqué en una pata y no paré de tomar fotos.

Adoro tomar fotos con Sol y ver fotos con rayitos de Sol porque suelen muy cálidas y acogedoras. Y eso fue justamente lo que encontré este mes en La Vuelta al Mundo. Puedes hacer click aquí para ver las bellezas que publicaron los integrantes del grupo y también visitar Casi en Serio, donde encontrarás una lista de los blogs que publicaron fotos con Sol. Los dejo con mi contribución fotográfica de este mes. Y tú, ¿no te animas a participar? Veremos cuál será el tema de Septiembre. ¡Saludos!

Out of nowhere

Big Ben Time

The people around

Eye looking

Old movie stars

Light touch

Calle de las Huertas

Child flare

A tale for two

Imposible sky

29 agosto 2010

Razones

Lo bautizamos "El hueco" mi esposo y yo. Es esa sensación que nos abarca el cuerpo o que a veces no sabemos dónde se encuentra, tal vez en el corazón, en la garganta, en el cerebro, en los ojos o en una de las manos, pero que parece lanzarte a tu antiguo hogar. Es algo que falta en el sitio, es la cotidianidad que dejaste atrás. Son los domingos familiares, la paella en casa de la suegra, el cumpleaños en casa de la tía, el aniversario en casa de los primos, la risa de los niñitos, el bautizo de fulanito de tal. Es el Sol radiante, son las lluvias estrepitosas, es el cine de tu comarca, es el sofá donde veías películas, es la gran montaña a lo lejos, es la venta de cambur titiaro, son los pájaros afuera, son las flores tropicales, es la sensación de un país, es todo eso lo que parece faltar y que es tan difícil de identificar.
Una tarde paseábamos, como siempre hemos hecho el breve tiempo que hemos estado aquí y nos decíamos: "es que no sé, siento como algo, siento como a mi a familia aquí en el pecho, es como una memoria, es como una ausencia, es como algo que no está". Yo le dije a mi esposo: "llamémosle El Hueco, es más fácil así". Y empezamos a listar a la gente que no tiene Hueco o por lo menos no visible. Ahí está Natalia, ella no tiene Hueco. Carlos tampoco. Eleonora tampoco. Pero también recordamos los que tienen Hueco. ¿Cómo hacen aquellos que no tienen Hueco? ¿Vale la pena tener Hueco?
Ahora hay veces que nos levantamos con Hueco o que derrepente aparece una sensación a Hueco o que pasamos un día Hueco. Y a veces el Hueco se cierra y al momento siguiente se abre. Apesar de todo lo nuevo que podemos ver en este lugar, esa sensación parece no abandonarnos. Y nuestra razón nos dice: "por donde lo veas es mejor estar aquí, es mejor quedarse". Pero como dice el dicho: El corazón tiene razones que la razón no comprende.
A lo mejor El Hueco se llenará con las voces, los sonidos, los colores, de este nuevo lugar.


Thames sunset

25 agosto 2010

Extravagancias

Una de las cosas que me gusta del metro de Londres es distraerme viendo a la gente. Cuando nos sentamos en los vagones las personas quedan frente a nosotros, también sentadas, así que puedes verlas un poquito de reojo, verles los zapatos que llevan puestos, si son de tacon alto o bajo, si lleva un impermeable o un gabán elegante, si llevan botas o zapatos deportivos, de qué color llevan pintado el cabello, si lo llevan azul, morado o rosa, de qué color son las medias que llevan, si son multicolor, de rallitas o de nylon. De qué color llevan las uñas, si las llevan negras al igual que los labios o si las usan al natural. Si va leyendo, ¿qué está leyendo? (hago lo imposible por ver la portada del libro). Puedes también preguntarte de qué nacionalidad es el que va frente a tí. ¿Será de Japón o de China? ¿Será rumano? ¿Tal vez ruso? ¿Finlandes? Si es una familia ves cómo los chicos y los padres hablan. Si la familia va contenta o contrariada. O si van al parque o al museo. Y si va una pareja puedes ver si se miran con amor o con indiferencia. Si se muestran amor o van aburridos hasta su destino. Y cuando la gente va hablando me gusta tratar de descubrir qué idioma hablan, lo cual en muchas ocasiones es muy difícil saber.
Otras veces me digo a mi misma esta chica luce latina, sus ojos tienen un brillo distinto a la gente del norte de Europa. ¿Y esta persona a qué se dedicará? ¿Será profesora o peluquera? O tal vez sea niñera. Y si llega alguien con un perro, alterno la mirada entre el perro y el dueño y lo que siempre me llama la atención es que normalmente ambos se parecen. Y así voy hasta que llego a mi destino. Pero lo más curioso para mí es cuando se monta alguien extravagante, por ejemplo, gente vestida de punk. Hoy ví un señor vestido de punk que me llamó mucho la atención porque en vez de tener un sólo penacho de picos en el centro de su cabeza, tenía dos penachos, como si fueran dos cachos y estaba totalmente maquillado. Por muy mente abierta que yo quiera tener, siempre logran captar mi atención. Me parecen personas muy curiosas las personas extravagantes. Me pregunto qué tipo de vida llevan, a qué se dedicarán, de qué vivirán. ¿O tal vez sólo se visten así para salir de noche y de día se visten de corbata? ¿Qué quieren decir ellos con esa forma de peinarse y tal vez de maquillarse? ¿Son tolerantes o violentos? ¿Si yo les hablara me tratarían como a una igual, me ignorarán, serán amables o me pegarán tres gritos?
Cuando llegué a la casa y le conté a mi esposo, me dijo: bueno, si tenía dos cachos es porque es un punk de los de verdad. Mi respuesta fue: mmmm. En fin, es curioso todo esto y me parece entretenido no por las personas extravagantes en sí mismas, sino por todas las preguntas y análisis que despiertan en mí. Esa es una de las cosas que me gusta de Londres, los planteamientos diarios que logra esta ciudad en mi mente.
Los dejo con una foto de una flores un poco punketas.


Boket light

22 agosto 2010

Simple delicia nocturna

Una de las cosas que mas me gusta de estar aquí es el poder pasear caminando a cualquier hora. En Venezuela estaba vetado para nosotros debido a la inseguridad que siempre menciono y me sentía amarrada al carro. Me encantaba mi carrito pero también disfruto mucho de andar a pie. Cuando reflexiono y hago una lista mental de los pro y los contra de estar aquí, el que siempre sale a relucir en mi mente es el tema de la seguridad y lo que no podía hacer allá debido a ese problema.
Siempre tengo presente, cuando me entra una pequeña nostalgia, cómo era salir en Venezuela. Y no es que necesitáramos salir mucho, sino era más bien un deseo de estar en la ciudad, era un deseo por la experiencia citadina de sentarte a tomar un café al aire libre y mirar a la gente pasar mientras conversas de cualquier cosa, ese tipo de detalles. Las salidas tenían que ser dentro de un centro comercial y si decidíamos ir a un restaurante que quedara en plena calle en Caracas, yo miraba hacia todos los lados, miraba las caras de los otros por ahí, miraba los carros, me preguntaba: ¿este tipo es sospechoso? Y luego de darme una respuesta aceptable echaba a correr al carro y pasaba los seguros al instante. Si era de noche, iba rezando por el camino, mirando a los lados, mirando motos, carros, movimientos raros en la autopista y luego en la carretera hacia mi casa a ver si alguien me seguía. Me daba terror un secuestro express o un ladrón que no sólo deseara robarme por gusto si no también por resentimiento y me hiciera algo. A veces pensaba que eran cosas mías, pero hasta el periódico The Economist del Reino Unido, publica lo que pasa en Venezuela. Puedes leer el artículo aquí.
Pensaba sólo hablar de cosas positivas en mi blog pero no quisiera dejar de mencionar lo que ocurre en Venezuela y justo en las últimas semanas este tema parece haber repuntado allá en los medios de comunicación, lo cual creo que es necesario que hagan.

Arts

Mi sencillo sueño se hace realidad a diario en Londres: esa delicia de poder caminar por una ciudad a oscuras, a media luz, con sólo las farolas iluminando y a un ritmo suave mientras se miran tal vez las vitrinas de las tiendas ya cerradas a esas horas, viendo en muchas de ellas curiosidades para mis ojos venezolanos, deteniéndome a ver la gente conversando a la luz de las velas en restaurantes, a otros esperando para entrar al teatro, a unos más paseando sus perros o conversando fuera de un Pub. Así de sencillo, así de fácil. Me gusta ver a la gente disfrutando, ver a los turistas tomarse fotos por ahí, ver cómo cuando hace frío la gente sale en pantalones corticos y sandalias porque al parecer es verano en esta ciudad algo fría. Me gusta ver a la gente mayor, viejecitos, caminando sin miedo por ahí. Y no es que sea la ciudad perfecta, no es que no pase nada, no es que no haya violencia, no es que no haya que tener precaución, no es que no haya robos, no es que sea un lugar idílico, pero las estadísticas son diferentes. Si las comparo con Caracas me siento mejor y más segura. Es sólo una ciudad donde puedes caminar, donde puedes darte el lujo de ser peatón si hablamos solamente del tema de la seguridad. Al considerar otros aspectos consigo otras cosas maravillosas, pero tan sólo poder caminar a cualquier hora es ya para mí fascinante. Sólo hemos visto la ciudad de noche unas cuantas veces, pues aún oscurece muy tarde. Pero poco a poco el día se va acortando, se va terminando el verano y la noche caerá sobre Londres rápidamente. Entonces podremos deleitarnos con las luces de la ciudad y ver aquellas que realzan la arquitectura de los edificios graciosamente. Qué sencillo poder complacer a un peatón, que sencillo poder gratificar a los habitantes de una ciudad.

P.D. Puedes ver otro artículo aquí sobre Venezuela y su estado actual aquí.

06 agosto 2010

Junto al Támesis

El otro día nos fuimos de paseo al Támesis. Nos sentamos junto al río, en uno de los banquitos que lo bordean. Era de tarde y hacía un Sol de lujo en esta ciudad normalmente gris y lluviosa. En frente de nosotros podíamos ver las Casas del Parlamento y su reloj de juguete: el bello Big Ben, para mí un patrimonio de la humanidad (¡y que por cierto el parlamento se puede visitar de forma gratuita!). Esperábamos que encendieran las luces de la noche sobre el sitio y el atardecer era hermoso. Había mucha gente a nuestro alrededor. Es así, Londres siempre está lleno de gente en los lugares turísticos y hay gente de todas partes del mundo. Al tiempo, a nuestro lado se sentó una pareja con sus dos hijos. El hijo pequeño a cada momento me tropezaba, lo cual a mí me causaba gracia pero su mamá no dejaba de disculparse con una linda sonrisa hasta que me dijo: “está en pleno proceso de educación”.

Es normal que la gente te busque conversación en Londres, porque hay muchos extranjeros, gente curiosa, gente como nosotros que está conociendo la ciudad. La señora, muy joven, nos preguntó en inglés: ¿de dónde son? De Venezuela, decimos. Y en eso comienza a hablarnos en español. Instantáneamente me cayó bien, una persona sencilla, alegre, calmada y feliz, con unos grandes ojos azules. Nos contó que estaban paseando por Europa para mostrarle a sus dos hijos pequeños dónde habían vivido, pues estuvieron un tiempo en Barcelona, estudiando hace años. Su esposo era arquitecto y ella había estudiado cine, o algo por el estilo. Durante la conversación saltábamos del inglés, al español y ella de cuando en cuando nos hablaba en portugués. ¡Eso me encanta! Qué divertido es practicar la comunicación con gestos y palabras! Eran de Belo Horizonte, Brasil.

También me dijo que habían visitado unos amigos en Francia y me comentaba que se le habían quitado sus preconcepciones en cuanto a la “frialdad” de los franceses, pues tenían buenos amigos ahí que les dedicaban todo su tiempo cuando estaban de visita. Me recordó a una amiga mía que dice que su segunda casa es Francia. Me comentaba que al principio la gente en Francia puede ser distante, pero cuando te consideran un amigo, eres alguien más de la familia. Me gusta pensar que lo que cambia de un lugar a otro en el mundo es la forma de ser pero he notado que no varía demasiado, bueno, al menos desde mi punto de vista. Me gusta decirme a mi misma cuando conozco un lugar que me sorprende: “tienen otra manera de ser”. Tal vez en un sitio pueden muy efusivos o más dados a la sonrisa. Mientras que en otros sitios varía el sentido del humor y también lo que los hace reír. ¡Esto de describir un lugar y su gente es tan difícil sin caer en clichés despectivos!

Seguimos conversando e inclusive hablamos de los costos de pasear y vivir en Londres y de que por ejemplo para ellos (y para nosotros!) lo que estábamos haciendo, eso de pasar una tarde en contemplación (jajajaja!), era lo mejor y lo más económico. Total que estuvimos hablando como dos horas, sobre Europa, la llamada crisis, los cambios que sufren los países a lo largo del tiempo, de la cantidad de inmigrantes en Londres, etc. Todo muy relajado.

Al final la señora me dijo: “estamos aquí para abrirle la mente a nuestros hijos” y sonrió. Eso me causó mucha gracia, en realidad me encantó. Y sí, ciertamente, nada mejor para ampliar la conciencia que ver otros lugares, que hablar con gente de otros sitios, que ver la movida de otras ciudades, nada mejor para eso que preguntarse cómo vive la gente en el lugar que visitas pero desde mi punto de vista es mucho más enriquecedor vivir en el sitio. Es realmente asombroso cómo esto de abrir la mente es muy difícil de explicar. Yo diría que es algo así como no dar las cosas por sentado y también a no tomarte nada de forma personal. También me dijo: "este es nuestro legado para el mundo, nuestros hijos y queremos dejar un buen legado", lo cual me pareció muy tierno. En fin, gente buena, sencilla y agradecida con la vida.

Siempre recuerdo a mi hermana que tiene un tiempo fuera de Venezuela (y lo disfruta mucho), quien me decía: “¿sabes qué Alejandra? Esto yo no se lo digo a nadie, ni se lo recomiendo a nadie, pero yo te lo digo a ti, que eres mi hermana y que me entiendes: sal de Venezuela para que sepas lo que es vivir en otro lado. Simplemente hazlo”. Yo me digo a mi misma: aunque regrese a Venezuela en poco tiempo o en mucho tiempo, siempre recordaré estos meses fuera de mi país.

Les dejo una de las fotos que tomé esa tarde.

Big Ben Time