28 enero 2010

La señora de los 4 hijos: fuerza para seguir adelante

Hoy tampoco pensaba escribir. Los ojos se me cierran del cansancio, pero aquí estoy, pegada a internet. ¿Qué me motiva a escribir hoy? Pues, ví que entró una persona de Oman al blog. Alguien por esos lados tal vez quiere partir a hacerse de una nueva vida. Me gusta ver gente entrando de todos lados a este pequeño espacio. Me llama la atención que entren personas que se encuentran en USA, cuando éste suele ser un país que muchos buscan para emigrar. Pero habrá algo que están tratando de encontrar, aquí, en la inmensidad de la web. Ahorita no estoy en Venezuela, pues estoy de viaje de trabajo. Aquí, en una ciudad de Colombia.
Quería hablar de la mamá de la persona para quien estoy haciendo el trabajo aquí en Colombia. Fue a buscarme al aeropuerto junto con su hijo y su esposa. Esto no es usual que me ocurra, pues, nunca van a buscarme familias al aeropuerto. Normalmente son taxistas o la persona de la empresa para quien trabajaré, ¿pero una abuela?, nunca. Me encantó que la señora estuviera ahí, con su voz alegre y su simpatía. Me sentí como en casa.

Y supe su historia: madre de cuatro hijos, quedó viuda cuando sus hijos eran unos pequeñines, pues su esposo, siendo minero, tuvo un accidente en una mina y no sobrevivió. Ella tuvo que trabajar para mantener a los cuatro, cuidarlos, darles educación y seguirles dando un hogar, un calor de familia. Y por supuesto, viniendo de un origen humilde no era una empresa fácil. Pero ella lo hizo porque lo tenía que hacer. No tenía otra alternativa sino salir adelante. Y hoy, sus hijos son personas responsables, graduados de la universidad después de haber estudiado de noche y trabajado de día. Hoy son gerentes que viajan a otros países a hacer negocios. Y los hijos están orgullosos de su origen y de su madre, quien con tan pocos recursos se armó de valor y sacó a sus hijos adelante.

Me emociona saber este tipo de historias, historias de la gente de por aquí y de por allá que llenan de color la vida y que nos dicen a gritos Si se puede, hazlo, atrevete, ve por ello.

Esta es una historia breve para recordar cuando tengamos miedo de lanzarnos a la vida. Es una anécdota de una vida común para seguir buscando nuestro destino en otros lugares. O para simplemente atrevernos a ir en la búsqueda de nuestros sueños.

Un saludo a todos aquellos que llegan a este ricón de la web.

P.D. Y estoy agradecida con la vida de que puedo contribuir con Haití. Llevamos agua, comida, pañales a la Cruz Roja Venezolana. Me emociona pensar que habemos tantas personas en el mundo dispuestos a ayudar a quienes realmente lo necesitan.

23 enero 2010

La emigracion y la fotografía

Lo curioso de todo, digo, empezando este pequeño post, es que no pensaba escribir hoy. El día está radiante y la luz entra por las ventanas suevamente. La brisa mueve las flores y acá dentro todo está tranquilo mientras escuchamos jazz. Sí jazz, como si aquí, en este lindo país, no estuviera pasando nada. El cielo azul impacta en los ojos. Oh sí, muy lindo, y ciertamente me cuesta asociar toda esa belleza a mi alrededor con las expropiaciones del presidente y con el racionamiento de luz. Pero así al parecer son las cosas en la Tierra. Más allá de nosotros siempre estará la naturaleza indómita como recordatorio de nuestra brevedad en el mundo.


Con todo esto de la emigración me topé con el blog de Jackie Rueda, como mencioné en el post Joyas de la web, una fotógrafa en Motreal. Sus fotos son inspiradoras y estimulan la imaginación. Yo, fascinada con estas imágenes que me parecen artísticas, terminé inscribiéndome en el curso de fotografía que ella acaba de abrir. Yo estoy encantada. Pero ayer nos tocó el tema de fotografíar la ciudad. Los que vivimos aquí sabemos lo que significa salir con una cámara a las calles de Venezuela. Así que le tuve que pedir a mi esposo que me acompañara (como guardaespaldas) a tomar estas foticos. Fuí a la plaza principal del lugar donde vivo y bueno, me sentí fuera de contexto. ¿Por qué? Porque hoy, mientras yo tomaba mis foticos en la capital se concentraba la gente para marchar una vez más en contra del gobierno. Me dí animos a mi misma de seguir y bueno, me aislé un poco. No es que no quiera a mi país, es que a veces necesitamos un respiro de todos esos aconteceres y hacer como si aquí no pasara nada.




Yo le digo a quien me pregunta qué es lo que busco emigrando, que yo no espero encontrarme con el paraiso en otro lado, pues no existe, pero de seguro sí podré salir con mi cámara sin sentirme amenazada, si podré muy probablemente tardarme menos de dos horas en llegar al trabajo, sí podré tomar el autobus para ir a mi empleo, sí podré salir de mi casa sin tener que ver hacia los lados, sí podré vivir sin que cada vez que me despierte el presidente del país donde viva me haga sentir avergonzada. Y sí, sí que me duele dejar Venezuela, pero al mismo tiempo me emociona conocer cómo es la vida cotideana en otros lados.


No sé qué opinen mis lectores, qué piensan o qué buscan ellos en su emigración, o tal vez no sé si los que emigraron esten felices con su decisión. La mayoría de quienes conozco que se han ido están felices.


Por los momentos seguiré con el cursito y tomando fotos simulando que vivo en un país tranquilo donde se respira paz.

05 enero 2010

Emigrar: el reto de subir la montaña

Y se fue la Navidad... Llegó otro año lleno de nuevas metas. Espero que la hayan pasado estupendamente junto a la gente que quieren. Que este año que comienza esté lleno de alegrías para todos ustedes.
Se me hizo difícil escribir durante Navidad, pues como es una época en la que piensas en la familia, en los seres queridos, se disfrutan de las tradiciones, de la gente que viene a visitarnos, de las hallacas, del pan de jamón, del panettone, del turrón, del ponche crema y de muchas otras cosas más pintadas del color navideño, es dificil pensar en dejar todo eso para irse a otro país. Sé que la Navidad es un corto período del año, pero es un tiempo que adoro y se me hace complicado pensar que dejaré todo esto atrás. Siempre sueño con venir a visitar a mi familia cada diciembre. Mi hermana vino de afuera con su esposo, así que hemos pasado un tiempo muy rico aquí. Nos hemos reído mucho y los inconvenientes del país quedaron en segundo plano, como si todo estuviera ocurriendo en otro lugar. Sin embargo, hablar con mi hermana de vivir en el extranjero, me refuerza la idea de aventurarme. En estos momentos escucho la emisora BBC, por internet, para practicar mi inglés. Es un reto para mí aprenderlo bien. Me imagino visitando, por ejemplo, la Biblioteca Pública de Londres o paseando por Hyde Park.
El día sábado fuimos a El Avila. Eramos cinco personas. Subimos un pequeño pedacito de esa gran montaña caraqueña y con nosotros fue una chica que en algún momento fue profesora de escalada. Así que la ruta que tomamos tenía unas pequeñas rocas que escalar. No soy buena en eso de escalar, así que cuando apareció una pequeña pared, entré en pánico. Pero todos me impulsaron a subir, tenía que hacerlo, no había opción. Me subí a la pequeña pared y en la mitad, me quedé como atrapada, pues sentía que no podía, que me iba a caer, que me iba a romper la cabeza, qué sé yo. Me decía a mi misma: bueno, si no puedo subir esta pequeña pared, ¿cómo podré tener éxito en mi emigración? Me tomo un tiempo subir, pero el apoyo de los demás, diciéndome que tenía que subir como diera lugar y mi pensamiento de que tenía que hacerlo, hizo que subiera esa pequeña pared. Y concluí para mi misma: sí podré tener éxito en mi emigración.
La amiga de mi hermana, conocedora de escalada, me contaba que cuando llevaban a niños por ese pequeño camino y había algún niño que no quería escalar, al ver que los cincuenta niños delante de él lo habían logrado, él se aventuraba. Es cierto, así lo veo, pensar en toda la gente que ha dejado el país y ha tenido éxito, es un gran impulso para mí.
El subir esa pequeña pared fue una motivación para mí y reforzó la seguridad de que todo esfuerzo es recompensado. Recordaré siempre esa satisfacción que sentí. Afrontar los obtáculos, no dejarse vencer, es el secreto del éxito tal como dicen por ahí. Seguir hacia delante en medio de la angustía y de los miedos. Estos siempre se superarán. Emigrar y lograr el objetivo de establecerme en otro país, se ha convertido para mí en un reto, quiero demostrarme a mí misma que sí puedo, más allá de los inconvenientes que tenga Venezuela, más allá de querer abandonar mi país, es un deseo por vivir en un lugar ajeno, lograr la adaptación y llenarme de la cultura del país donde voy a vivir. Emigrar es como subir una pequeña montaña.