Luego de leer mucho, sorpresivamente empecé a viajar. Según una amiga ocurrió porque lo desee mucho durante un largo tiempo. Y sí, cuando miro atrás siempre recuerdo una ocasión en la cual estaba en la playa, cerca del aeropuerto de Maiquetía, en Venezuela y yo veía los aviones levantarse sobre el cielo. Por la dirección que tomaban deducía si iban a Europa y me quedaba silenciosa imaginándome yo dentro del avión, viendo el paisaje desde arriba. En esa época (muy joven, de unos 14 años), yo soñaba con París, con Londres, con el Museo del Prado, con los impresionistas, los cubistas, los surrealistas, con Chagall, con Klimt. Y zas! De un momento a otro aparecieron en el escenario unos buenos amigos que nos invitaron a su casa en Viena y nos fuimos mi hermana y yo a los 19 años a pasear por Europa. El viaje aún lo recuerdo tan nítido que al volver a París, hace unos meses, me acordaba de las calles y de dónde quedaban los puntos turísticos. Pero siempre digo que un libro puede ser tan enriquecedor como un viaje. Por eso estoy de acuerdo con esa frase que dice: si no puedes viajar, lee.
Y para leer nada como un buen banco, silla, sofá o sillón. Y justamente ese fue el tema de este mes de septiembre en el grupo de fotografía La Vuelta al mundo: sillas. Y ahí se demostró una vez más que cualquier cosa puede ser un buen tema fotográfico y que cada persona tiene un ojo distinto para fotografiar un mismo tema.
Mis fotos de este mes fueron eclécticas porque estoy experimentando con diferentes estilos y porque me gusta lo variado. ¡Saludos!