Está rodeada de mar, cual isla, unida a la tierra por un pequeño istmo. Así que el océano se asoma en cada esquina. Además, la luz brillante del sur de España se filtra por cada huequíto y parece llenar de encanto cada rincón. Esta preciosa vista se observa desde la Torre Távira, un sitio perfecto para admirar la ciudad y conocer un poco más de su rica historia.
09 enero 2016
Cádiz una ciudad que enamora
Está rodeada de mar, cual isla, unida a la tierra por un pequeño istmo. Así que el océano se asoma en cada esquina. Además, la luz brillante del sur de España se filtra por cada huequíto y parece llenar de encanto cada rincón. Esta preciosa vista se observa desde la Torre Távira, un sitio perfecto para admirar la ciudad y conocer un poco más de su rica historia.
16 marzo 2012
De pianos y cerezos

De Kentish Town tomé un autobus hasta Archway. Decidí no sentarme en el segundo piso del bus o dobledecker, como lo llaman aquí. Normalmente lo hago, pero tan sólo restaban unos diez minutos hasta la última parada. Así que me fui hacia atrás y me senté a lado de un señor que lucía bastante mayor. Traté de no sentarme sobre su traje que caía hasta el asiento. Me recordó a mis abuelos, quienes ya muy mayores tenían un olor característico que yo pensaba que era propio de mis abuelos hasta que supe que mucha gente de edad van con ese olor por el mundo. En eso noté que un señor que se estaba bajando del autobus, parecía que dejaba una bolsa en el lugar donde se pone el equipaje. Le avisé, pero el señor, que lucía como del mundo árabe, no pareció entenderme o tal vez hizo como si no me entendiera. Se bajó del autobus y dejó la bolsa atrás. En eso, el señor sentado a mi lado me preguntó que si era de Chipre. "No, soy de Venezuela", le dije. "Ah, ¡Venezuela!, ¿y queda cerca de qué país?" me preguntó. "Al lado de Colombia y de Brasil", le dije. Me dijo que yo lucía como si fuera de Chipre y hasta que no vaya a Chipre, me imagino que no sabré bien por qué. ¿Por el pelo? ¿La Naríz? El señor pasó entonces a contarme que había llegado a Londres hacía mucho tiempo. Que había llegado en el año 1951, cuando era muy joven. Una imagen de Londres de la época entonces me vino a la mente. Una ciudad llena de humo, recién salida de la guerra, los hombres con sombreros caminando por la calle y el racionamiento de la comida aún presente. Me dijo que había sido distribuidor de pianos. Me contó que había viajado por toda Inglaterra y seguramente más allá. Me dijo que entregó un piano que la reina iba a tocar, pero no entendí bien en cuál lugar. Me dijo que un día habían subido un piano cuatro pisos y que luego el piano no pasó por la puerta. Y en otra oportunidad, tuvieron que desmontar una ventana para meter el piano dentro de la casa, pues el cliente estaba desesperado por tocar el piano. Me dijo que eran pianos de una marca reconocida. En ese momento la marca me pareció familiar. Me mencionó a los pianos Stainer, pero esos no eran. "¡Que trabajo tan interesante!" exclamó y me contó que lo había hecho por diez años. Ahora paseaba en autobus por todo Londres con su tarjeta de la tercera edad. Me agradaba verle la cara, llenas de marquitas de la vejez y muy arrugada. Tenía frío y me dijo que antes le parecía que el mes de marzo era más caliente, que era mejor. "Pero", dijo, "tal vez sea que estoy viejo". Y le dije: "No, hoy el día está muy frío y está gris". Confieso que no quería llegar a la parada. Quería escuchar más sobre su historia. Y tal vez si los dos hubieramos sido personajes de una película, hubieramos terminado en un café charlando un rato. Le hubiera hecho muchas preguntas sobre su vida y sobre Londres. Pero éramos personas de la vida real.
Fascinantes siempre las historias de las personas. A veces veo a una persona mayor y trato de imaginármela de joven o inclusive de niño, corriendo por ahí. Otras, veo a un niño y me lo imagino mayor, tal vez llevando una vida feliz o amargada. Normalmente el tipo de vida que llevará se lo atribuyo a la mirada de la madre o el padre que lo lleva. ¿Será tranquilo? ¿Amable? ¿Estudioso? ¿Delincuente? ¿Trabajador? ¿Superficial? ¿Rencoroso? ¿Será feliz? Tantas opciones. Formas de ser para elegir.

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Cerezos en flor, Regent's Park, Londres. |
26 enero 2011
Seis millas en Londres
05 septiembre 2010
Una vida en calma
30 agosto 2010
La hora de la luz
Hoy es fin de mes, se acaba agosto, mi mes preferido. Creo que esta preferencia viene de niña, pues era el mes de las vacaciones, de los juegos, del Sol, de la playa, de las carreras por el jardín, de las manualidades. Y sumado a esto es mi mes de cumpleaños. :)
Este fabuloso mes dio la talla como siempre. Resultó ser un mes bonito, lleno de Sol, lleno de luz y de alegría aquí en Londres. Aunque claro, ya empezamos a sentir el avance hacia el otoño. Cada vez que veía el Sol radiante en el cielo agarraba mis cosas y salía corriendo con la cámara a capturar algún instante, algún destello y normalmente esperaba ese momento de la tarde donde todo parece dorado. ¡Es la hora de la luz! le digo a mi esposo, quien algunas veces va conmigo. Esa hora de la tarde se ha convertido en uno de mis momentos favoritos en el día. Por eso cuando en La Vuelta al Mundo, un espacio de inspiración fotográfica, Jackie Rueda, su moderadora y creadora, dijo que el tema de este mes era el Sol, yo brinqué en una pata y no paré de tomar fotos.
Adoro tomar fotos con Sol y ver fotos con rayitos de Sol porque suelen muy cálidas y acogedoras. Y eso fue justamente lo que encontré este mes en La Vuelta al Mundo. Puedes hacer click aquí para ver las bellezas que publicaron los integrantes del grupo y también visitar Casi en Serio, donde encontrarás una lista de los blogs que publicaron fotos con Sol. Los dejo con mi contribución fotográfica de este mes. Y tú, ¿no te animas a participar? Veremos cuál será el tema de Septiembre. ¡Saludos!










06 agosto 2010
Junto al Támesis
El otro día nos fuimos de paseo al Támesis. Nos sentamos junto al río, en uno de los banquitos que lo bordean. Era de tarde y hacía un Sol de lujo en esta ciudad normalmente gris y lluviosa. En frente de nosotros podíamos ver las Casas del Parlamento y su reloj de juguete: el bello Big Ben, para mí un patrimonio de la humanidad (¡y que por cierto el parlamento se puede visitar de forma gratuita!). Esperábamos que encendieran las luces de la noche sobre el sitio y el atardecer era hermoso. Había mucha gente a nuestro alrededor. Es así, Londres siempre está lleno de gente en los lugares turísticos y hay gente de todas partes del mundo. Al tiempo, a nuestro lado se sentó una pareja con sus dos hijos. El hijo pequeño a cada momento me tropezaba, lo cual a mí me causaba gracia pero su mamá no dejaba de disculparse con una linda sonrisa hasta que me dijo: “está en pleno proceso de educación”.
Es normal que la gente te busque conversación en Londres, porque hay muchos extranjeros, gente curiosa, gente como nosotros que está conociendo la ciudad. La señora, muy joven, nos preguntó en inglés: ¿de dónde son? De Venezuela, decimos. Y en eso comienza a hablarnos en español. Instantáneamente me cayó bien, una persona sencilla, alegre, calmada y feliz, con unos grandes ojos azules. Nos contó que estaban paseando por Europa para mostrarle a sus dos hijos pequeños dónde habían vivido, pues estuvieron un tiempo en Barcelona, estudiando hace años. Su esposo era arquitecto y ella había estudiado cine, o algo por el estilo. Durante la conversación saltábamos del inglés, al español y ella de cuando en cuando nos hablaba en portugués. ¡Eso me encanta! Qué divertido es practicar la comunicación con gestos y palabras! Eran de Belo Horizonte, Brasil.
También me dijo que habían visitado unos amigos en Francia y me comentaba que se le habían quitado sus preconcepciones en cuanto a la “frialdad” de los franceses, pues tenían buenos amigos ahí que les dedicaban todo su tiempo cuando estaban de visita. Me recordó a una amiga mía que dice que su segunda casa es Francia. Me comentaba que al principio la gente en Francia puede ser distante, pero cuando te consideran un amigo, eres alguien más de la familia. Me gusta pensar que lo que cambia de un lugar a otro en el mundo es la forma de ser pero he notado que no varía demasiado, bueno, al menos desde mi punto de vista. Me gusta decirme a mi misma cuando conozco un lugar que me sorprende: “tienen otra manera de ser”. Tal vez en un sitio pueden muy efusivos o más dados a la sonrisa. Mientras que en otros sitios varía el sentido del humor y también lo que los hace reír. ¡Esto de describir un lugar y su gente es tan difícil sin caer en clichés despectivos!
Seguimos conversando e inclusive hablamos de los costos de pasear y vivir en Londres y de que por ejemplo para ellos (y para nosotros!) lo que estábamos haciendo, eso de pasar una tarde en contemplación (jajajaja!), era lo mejor y lo más económico. Total que estuvimos hablando como dos horas, sobre Europa, la llamada crisis, los cambios que sufren los países a lo largo del tiempo, de la cantidad de inmigrantes en Londres, etc. Todo muy relajado.
Al final la señora me dijo: “estamos aquí para abrirle la mente a nuestros hijos” y sonrió. Eso me causó mucha gracia, en realidad me encantó. Y sí, ciertamente, nada mejor para ampliar la conciencia que ver otros lugares, que hablar con gente de otros sitios, que ver la movida de otras ciudades, nada mejor para eso que preguntarse cómo vive la gente en el lugar que visitas pero desde mi punto de vista es mucho más enriquecedor vivir en el sitio. Es realmente asombroso cómo esto de abrir la mente es muy difícil de explicar. Yo diría que es algo así como no dar las cosas por sentado y también a no tomarte nada de forma personal. También me dijo: "este es nuestro legado para el mundo, nuestros hijos y queremos dejar un buen legado", lo cual me pareció muy tierno. En fin, gente buena, sencilla y agradecida con la vida.
Siempre recuerdo a mi hermana que tiene un tiempo fuera de Venezuela (y lo disfruta mucho), quien me decía: “¿sabes qué Alejandra? Esto yo no se lo digo a nadie, ni se lo recomiendo a nadie, pero yo te lo digo a ti, que eres mi hermana y que me entiendes: sal de Venezuela para que sepas lo que es vivir en otro lado. Simplemente hazlo”. Yo me digo a mi misma: aunque regrese a Venezuela en poco tiempo o en mucho tiempo, siempre recordaré estos meses fuera de mi país.
Les dejo una de las fotos que tomé esa tarde.